miércoles, 15 de enero de 2014

El lado más humano del paisaje de Millet.



 En una de nuestras primeras entradas, hablamos de Millet al abordar el tema de su magnifica obra "El Angelus", pero ahora, quiero presentaros a este artista desde un punto de vista mas general y cual es una de las principales ideas que marca sus obras y que marca su vida.
Jean-François Millet se enmarca en el posromanticismo de la pintura francesa, participante e integrante activo de la escuela de Barbizon, creada por Theodore Rousseau, que atrajo a una serie de pintores a un núcleo que conformara un arte social y singular de su tiempo.

Compartió con Rousseau su amor por la naturaleza y su delicadeza para expresarla y hacerla sentir en el espectador. Pareciendo fotografías en las que el dominio del dibujo y del color impresiona y determina la imagen y la sensación del espectador. 

En palabras del propio Millet “Cuando regreso a casa por la noche, oigo hablar entre ellos a esos grandes diablos de árboles. No los entiendo, pero esto es culpa mía. Voilà tout!”.



La Primavera




En cuanto a sus técnicas artísticas podemos hablar del juego entre luces y sombras, creando atardeceres, anocheceres o amaneceres con unos tonos de color que nos envuelven de calidez. La manera de construir el cuerpo humano, dejando abocetadas sus figuras nos indica un abandono de la técnica romántica.

Otro de los aspectos fundamentales que marca la obra de Millet, y nos muestra una vez su sensibilidad con el colectivo social de su tiempo, es la cantidad de lienzos con representaciones de campesinos trabajando en sus labores, o mujeres en sus tareas. Para él lo primero, es el hombre, es la conciencia social y humana que inunda sus cuadros. Según el “Es el lado humano, lo que me interesa más en el arte… Y jamás se me presenta con cariz alegre, su alegría no sé dónde está, no la he visto todavía… Lo más alegre que aquí he llegado a conocer es la calma, el silencio de los bosques y los campos”

Los Gavilladores

 
De este modo, se aproxima a Daumier de alguna manera en la preocupación social, pero con matices diferentes. Millet, sacaba el sentimiento de la imagen, de lo que veía, había que pensar en quien habitaba esas casas, en los sentimientos de las familias, en el ahogo de sus penas y en la pesadez de su día a día, así “Pintando un paisaje pensareis en el hombre; pintando al hombre, pensareis en el paisaje que le rodea”. 



Baudelaire se dedicó a calificar su obra de pesimista y sombría, sin llegar nunca a entender su sensibilidad. Las figuras de Millet, son representaciones de los sentimientos de los campesinos del día a día de su tiempo, que sufrían la pesadumbre del trabajo, y la dureza de ganarse día a día, el pedazo de pan que llevarse a la boca.


“Las espigadoras”, uno de sus cuadros más famosos en el que nos muestra una vez más a tres mujeres ataviadas con sus vestimentas de campesinas recogiendo la cosecha, en la que sus posturas nos hablan de su fatiga y el adivinar de sus gestos, su cansancio. Poniéndolas en un primer plano pictórico, Millet nos muestra la otra cara de su sensibilidad, estas mujeres, son trabajadoras, son heroínas, son la base de la sociedad por la cual pocos tienen demasiado y muchos tienen muy poco.






Millet nos cambia el matiz de la expresión del sentimiento en “La costurera”. LA figura de la mujer sigue siendo dura, similar a la de una campesina, pero su rostro nos indica otro sentimiento, ahora el trabajo no es un castigo y el gesto de su cara nos muestra la concentración en la labor.

Ante las criticas de los que no eran capaces de comprender su arte, y mucho menos su sentimiento reivindicativo Millet contestaba que no imitaria el arte de los salones "campesino naci, y morire campesino. Quiero pintar lo que yo siento" .








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