lunes, 20 de enero de 2014

Las mujeres de Hopper.



Como puntilla final a todas las formas de arte en la sociedad del XIX que hemos visto a lo largo del blog,  os voy a poner en contraposición con el cambio de siglo, uno de los temas pictóricos más atractivos a lo largo de la historia, el desnudo femenino.
No podemos hablar claramente de una evolución, o una recesión en la manera de interpretar este recurrido tema a lo largo de la historia, o del siglo XIX en concreto. La manera va con la época, con la mentalidad, con el pintor. Remontándonos al neoclasicismo con David y sus magnificas representaciones de odaliscas y desnudos femeninos en interiores de baños, de espaldas como "La pequeña bañista del harén" o a Goya, personaje singular en su tiempo,  con el que veíamos el descaro y el desafío en la mirada de su Maja Desnuda, mientras abría las nuevas formas de representación del siglo XIX. Courbet, nos enseñaba con su realismo, a una modelo desnuda en su taller, que observaba al pintor en su faena con El estudio del Pintor. Enfrascados en el impresionismo nos encontramos con  Renoir y las Bañistas de Filadelfia, que prácticamente nos hace una mirada a los desnudos clásicos, y también, Degas, y su Desnudo después del baño, que se nos parecerá bastante a los desnudos del artista en los que centraremos la siguiente atención. Olympia junto con Desayuno en la hierba y su modelo de Manet, que nos miran fijamente, nos recuerda a Goya.
Con esto, vemos la carencia de un patrón de representación, sino que se reinventan, y se vuelven a representar formas que ya se conocían. Ahora, veremos otra forma peculiar de tratar las mujeres desnudas, y como Hopper, nos las presenta, tímidamente, en su entorno, de forma cotidiana o incluso distraídas, inmiscuidas en sus propios pensamientos, ajenas al espectador que  observa invisible desde fuera.

Edward Hopper es quizá uno de los pintores más enigmáticos que nació a finales del siglo XIX.
Su obra, nos abre las nuevas formas del siglo XX, de la modernidad. Tenemos muy pocos datos concretos sobre su vida, ya que el mismo le dio ese carácter misterioso abstrayéndose de publicarse o darse a conocer buscando una gran fama. Tras una gran formación pictórica en Nueva York, de donde procedía, se trasladó a Paris a para peregrinar y observar las obras de los otros artistas, no fue a recibir ninguna formación.
Conoció el Salón de Otoño, que califico de “muy malo” pero era bastante más liberal que los salones de Estados Unidos. Allí, conoció obras de Cézanne y Gauguin, o sus paisanos americanos Henry Bruce o Max Weber. Coincidiendo además con Picasso, o Juan Gris.



Autorretrato 1903 1906 

También viajo a Londres y después a Ámsterdam donde conoció la obra de Rembrandt. Volvió a Paris y también visito España, pasando por Madrid y Toledo donde conoció al Greco.
Difícil interpretación de sus obras. Se negó a ello personalmente. Se sustrae al autocomentario. Su silencio influye en medida a su gran aceptación. Cuadros que parecen abiertos a todo tipo de interpretación pero un patrón constante en ellos, la sensibilidad, el sentimiento, la psicología o la interioridad, aunque a veces estas definiciones sean en sí mismas, una traba para interpretarlos. Se sirve de técnicas tradicionales para romper con el convencionalismo. Cuadros ricos y abiertos, en los que la figura principal es el observador, en los que su mirada se fija en el cuadro, pero la figura del cuadro no devuelve nunca la mirada –excepto autorretratos-.

 Uno de los temas más representados por Hopper es el de la mujer desnuda, envueltas en una situación íntima y personal en la que el espectador la observa. Son imágenes cotidianas, sin una belleza o gracia especial, como subiéndose a la cama, sentadas sobre ella,  o a sus pies. No hay una intención por parte de Hopper de enseñarnos algo narrativo, y elocuente, la elegancia está en la sencillez del movimiento congelado de las mujeres. Posteriormente, las escenas se mostraran más estáticas aun, donde la luz es el componente dramático  y dinámico, obteniendo así bastante protagonismo.




Standing Female Model in Studio, 1900-1903 

Hopper evoluciono bastante su técnica a través de esta temática. En principio, eran cuadros oscuros y grises de su época de estudiante, pero cuando fue a Paris, los cuadros se van contagiando de unos vivos colores poco a poco. Interior veraniego, que nos plasma esta evolución de Hopper, nos recuerda en composición a Degas, pero nos transmite una calma mayor. La joven, apoyada sobre la sabana caída en el suelo junto a una esquina de la cama, no nos deja ver su rostro, tapado por un negro moño recogiendo su caballera. Uno de los aspectos que pueden crear más controversia es la posición de su  mano junto a su pubis, pero tiene un gesto muy discreto si lo comparamos con cuadros de Balthus hechos treinta años antes. Otra de las marcas inconfundibles de Hopper, es que no firma sus obras, observando discretamente desde la distancia como el espectador.


  Desnudo subiéndose a la cama 1903-1905


Otra continuación de la evolución la vemos con el movimiento de las cortinas en Ventana Abierta, en el que el viento mece las cortinas que están congeladas en el cuadro, pero casi parece que lo estamos viendo en ese mismo instante, desde la invisibilidad del espectador.    En otros cuadros, Hopper va más allá de la imagen, con Interior, East Side, la mujer pone su vista más allá del cuadro, fijando su mirada a través de la ventana, que aguarda una escena que desconocemos pero que la ha distraído de su labor de costura. El siguiente paso nos lo da con Las once de la mañana, donde nos deja entrever el exterior de la ventana,  pero a la vez nos muestra con detalle  el interior de la habitación en la que se enmarca la mujer, únicamente vestida con unos zapatos, sentada y completamente perpleja a lo que se encuentra al exterior. A esto, tenemos que remitirnos como gran influencia a la fotografía, porque está captando, congelando un momento que prácticamente estamos viendo al instante. El propio Hopper hacia fotografías como base de sus cuadros. Hopper nos deja ver por primera ver el rostro de una de sus mujeres con Habitación de hotel, en el que la modelo parece seguir el patrón de la mayoría de las pinturas de su temática, desnuda, realizando una actividad cotidiana, en este caso, en la habitación del hotel, pero ahora dejándonos entrever casi con detalle su rostro.



 Interior veraniego 1909.

domingo, 19 de enero de 2014

LA ESCULTURA EN EL SIGLO XIX

En la escultura llevada a cabo en el siglo XIX, centra el principal punto de interés en la representación del mundo visible, centrándose sobre todo en la representación del hombre y del animal.
Con la llegada del naturalismo al arte, la escultura acabará por poner fin a aquellos valores predominantes durante el siglo XVIII.  
En esta época deberíamos hablar más bien de estatuaria más que de escultura, en las cuales impera por encima de todas las cosas la solemnidad y el sentido sublime.
Uno de los escultores realistas más destacados de los que podemos hablar, es de Jean- Baptiste Carpeaux (1827-1875), cuya obra se muestra preocupada por reflejar la expresión de la naturaleza. Fue un artista bastante polifacético, ya que también abarcó otros campos como el de la pintura, y en ambos desarrolló un lenguaje con mucho carácter y muy renovador con respecto a la tradición. En su obra se muestra como juega con las luces y las sombras. Una de sus obras más famosas se trata nada más y nada menos que de Ugolino y sus hijos, hecha en bronce, sus rostros muestran un gran interés por la expresión y la gestualidad propios en la escultura del momento. 
Es a partir del siglo XIX cuando se aprecia un cambio en cuanto al tratamiento de la escultura y de los materiales empleados. 
Antoine- Louis Bayre (1796-1875), es uno de los primeros escultores más representativos del naturalismo.  El tema que más suele representar son animales en posición de lucha y el material que más utiliza es el bronce.
Otro de los máximos representantes de esta nueva corriente lo encontramos en Francisque- Joseph Duret (1804-1665), en cuya obra El joven pescador bailando, donde recoge la alegría y la vivacidad de las clases populares . Sus esculturas muestran a personajes jóvenes con gran precisión anatómica y con gran naturalidad. 
No podíamos acabar esta entrad sin hablar de Auguste Rodín  (1840-1917). Fue contemporáneo a la crriente impresionista, y dotó de un nuevo rumbo a la concepción de monumento y escultura pública.  Entre todas sus obras, probablemente la más significativa sea la de El pensador, es una representación hecha en bronce, donde nos muestra una visión idealizada de una persona ara hacernos llegar más fácilmente sus sentimientos. 

jueves, 16 de enero de 2014

EL MUNDO A TRAVÉS DEL OBJETIVO

Para hablar de la sociedad a través del arte del siglo XIX, es practicamente necesario dedicarle una entrada a la Historia de la Fotografía, es decir, a ese invento del siglo XIX que no sólo revolucionó el mundo del arte, sino que además nos reflejaba la vida de la manera más fidedigna.
La Historia de la Fotografía comienza como tal en el año 1839 con el daguerrotipo, el cual fue creado por Louis Daguerre, pero antes de este hecho, en el año 1824 Nicèfore Niepce, un científico francés obtuvo las primeras imágenes fotográficas  mediante la utilización de una cámara oscura, y tomó la instantánea que recibe el nombre de Vista desde la ventana en Le Gras.

Contemporáneamente al daguerrotipo, William Fox Tabolt desarrolló el método conocido por el nombre de calotipo, el cual consiste en sacar negativos sobre soportes de papel y a partir de estos sacar copias positivas. Pero el daguerrotipo consiguió más popular y sus retratos empezaron a difundirse en la sociedad burguesa de la época, ya que eran mucho más baratos que los retratos pintados.

La invención de la fotografía, influyó en numerosos movimientos artísticos, en especial en el Impresionismo, ya que muchos de los componentes de este grupo tuvieron contacto con Nadar, un fotógrafo muy reconocido de esta época, en cuyo  estudio fue el lugar donde  los impresionistas hicieron su primera exposición en el año 1874.

miércoles, 15 de enero de 2014

El lado más humano del paisaje de Millet.



 En una de nuestras primeras entradas, hablamos de Millet al abordar el tema de su magnifica obra "El Angelus", pero ahora, quiero presentaros a este artista desde un punto de vista mas general y cual es una de las principales ideas que marca sus obras y que marca su vida.
Jean-François Millet se enmarca en el posromanticismo de la pintura francesa, participante e integrante activo de la escuela de Barbizon, creada por Theodore Rousseau, que atrajo a una serie de pintores a un núcleo que conformara un arte social y singular de su tiempo.

Compartió con Rousseau su amor por la naturaleza y su delicadeza para expresarla y hacerla sentir en el espectador. Pareciendo fotografías en las que el dominio del dibujo y del color impresiona y determina la imagen y la sensación del espectador. 

En palabras del propio Millet “Cuando regreso a casa por la noche, oigo hablar entre ellos a esos grandes diablos de árboles. No los entiendo, pero esto es culpa mía. Voilà tout!”.



La Primavera




En cuanto a sus técnicas artísticas podemos hablar del juego entre luces y sombras, creando atardeceres, anocheceres o amaneceres con unos tonos de color que nos envuelven de calidez. La manera de construir el cuerpo humano, dejando abocetadas sus figuras nos indica un abandono de la técnica romántica.

Otro de los aspectos fundamentales que marca la obra de Millet, y nos muestra una vez su sensibilidad con el colectivo social de su tiempo, es la cantidad de lienzos con representaciones de campesinos trabajando en sus labores, o mujeres en sus tareas. Para él lo primero, es el hombre, es la conciencia social y humana que inunda sus cuadros. Según el “Es el lado humano, lo que me interesa más en el arte… Y jamás se me presenta con cariz alegre, su alegría no sé dónde está, no la he visto todavía… Lo más alegre que aquí he llegado a conocer es la calma, el silencio de los bosques y los campos”

Los Gavilladores

 
De este modo, se aproxima a Daumier de alguna manera en la preocupación social, pero con matices diferentes. Millet, sacaba el sentimiento de la imagen, de lo que veía, había que pensar en quien habitaba esas casas, en los sentimientos de las familias, en el ahogo de sus penas y en la pesadez de su día a día, así “Pintando un paisaje pensareis en el hombre; pintando al hombre, pensareis en el paisaje que le rodea”. 



Baudelaire se dedicó a calificar su obra de pesimista y sombría, sin llegar nunca a entender su sensibilidad. Las figuras de Millet, son representaciones de los sentimientos de los campesinos del día a día de su tiempo, que sufrían la pesadumbre del trabajo, y la dureza de ganarse día a día, el pedazo de pan que llevarse a la boca.


“Las espigadoras”, uno de sus cuadros más famosos en el que nos muestra una vez más a tres mujeres ataviadas con sus vestimentas de campesinas recogiendo la cosecha, en la que sus posturas nos hablan de su fatiga y el adivinar de sus gestos, su cansancio. Poniéndolas en un primer plano pictórico, Millet nos muestra la otra cara de su sensibilidad, estas mujeres, son trabajadoras, son heroínas, son la base de la sociedad por la cual pocos tienen demasiado y muchos tienen muy poco.






Millet nos cambia el matiz de la expresión del sentimiento en “La costurera”. LA figura de la mujer sigue siendo dura, similar a la de una campesina, pero su rostro nos indica otro sentimiento, ahora el trabajo no es un castigo y el gesto de su cara nos muestra la concentración en la labor.

Ante las criticas de los que no eran capaces de comprender su arte, y mucho menos su sentimiento reivindicativo Millet contestaba que no imitaria el arte de los salones "campesino naci, y morire campesino. Quiero pintar lo que yo siento" .